Más tarde, de camino a un paseo cerca del río, encontré una tienda de la misma marca que la cámara (tan ansiada!), con vendedores de la misma clase, y cortados de la misma forma que en el local anterior!!! Y todo por una funda... pero la única diferencia que había entre estos vendedores y el de la factura, es que estos eran más jóvenes y mucho más cool!
Eso sí, los clientes "ayudaron" a mantener la situación: un hombre en sus treinta tardó más de 30 minutos en hacer un plano de su casa (y mostrárselo al vendedor) para saber si el home theater era el conveniente (sobre todo si lo ponía en el exterior de su casa!). Luego, una señora decidó que había entrado antes que yo para comprarse una cámara. Otro se cansó de esperar (y de hacerme caras y sonrisas pícaras -pero con anillo de casado-) y se fue a preguntarle a uno de los vendedores que hacía también trabajo de "cadete acomodador". Mientras tanto, yo esperaba mi turno pacientemente...
Por suerte, el día estaba muy agradable y pude sacarle las primeras fotos a unos veleros, y desestrezarme un poco después de tantos vendedores, clientes y trámites!

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