Wednesday, February 14, 2007

amanecer de un día agitado

Mi perra come pasto. Le encanta. Se siente una vaca y no deja de saborearlo. Y yo, como buena dueña que soy, a veces la dejo comer lo que le gusta. Pero luego me acuerdo de las noches que tengo en mi haber de no dormir gracias al pasto y a la perra.
Y anoche fue una de ellas, así que, mis queridos lectores, sepan disculpar que no tengo mucho que decir en este día de San Valentín: me lo pasé cuidando a mi perra, que estaba hecha una oveja ovillada a mis pies y gimiendo de dolor. No hubo remedio que la calmara y una vez por hora me despertaba.
Conclusión, a la hora de que sonora el despertador, yo ya estaba hecha una piltrafa, despierta y preocupada porque la bendita cuatro patuzcas comiera el remedio y no lo escupiera (sí, he comprobado que los perros saben escupir los remedios).
Vamos a ver qué me depara esta noche, además de una noche de muuucho sueño...

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