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llevar a mi perra a pasear es toda una odisea, no solo porque su artrosis no le permite caminar bien, sino porque a cada paso las señoras de cierta edad me paran para hacerme algunos comentarios:

— ¡Te felicito que juntás lo que hace tu perra!

mi respuesta: mirada lacónica y sonrisa forzada (preferiría que en vez de felicitarme, siguieran caminando: no hago más que mi deber por tener una mascota).

— ¡Ojalá todos levantaran todo como vos!

respuesta similar...

pero siempre, siempre hay alguien que te hace cambiar de actitud: hoy una treintañera desde la ventanilla de su auto -el que detuvo solo para hacerme su comentario mientras se hacía una fila- me dijo:

— ¿No te da asco qu tu "perro" haga en el medio de la calle?-

(no era el medio de la calle, sino un costado del cordón)

y como decidí ignorar semejante comentario, siguió:

— ¡¿Escuchaste lo que te dije?!

esta vez, increíblemente, respondí:

— ¿Y vos viste las bolsitas que tengo para juntar lo que hace mi perra?

(entre nos, ¿será que podremos dejar de mirar lo que hace el otro para concentrarnos en lo que hacemos cada uno de nosotros como individuos? Parar el auto en una bocacalle para buscarle el "pero" al otro es algo totalmente inconcebible -sobre todo, si el otro es alguien responsable como yo-).

Vos, el de arriba, dame paciencia, mucha paciencia esta semana. Porque si la vuelvo a ver...