caminata

Por la playa, al amanecer, cuando el sol es una bola roja que recién se asoma. Esos son los recuerdos que tengo de hace muchos años atrás.

Hoy, mirar el amanecer? despertarme a las cinco y morir de sueño todo el día? (además, a esa hora la playa está infectada de adolescentes que vueven de bailar, o de otras cuestiones). No way. Prefiero seguir teniendo recuerdos.

Quizá en esta etapa de mi vida, donde el romanticismo sigue estando, pero en otro lugar, prefiero calzarme las zapatillas y salir a caminar, con mi perra, mi fiel seguidora, que todo lo que hago le parece maravillosos y no deja de sentirse feliz y libre al mismo tiempo estando conmigo (y con la soga de siete metros que estira a más no poder).

En estas vacaciones descubrí que se puede sobrevivir a muchas cosas, se puede sobrevivir a un mundo sin elegancia, se puede sobrevivir a ser sólo práctico, se puede sobrevivir a todas las obligaciones. Pero no se puede sobrevivir sin el buen humor, sin el sol brillando sobre uno, sin un día de playa, sin mar, arena, olas que vienen y traen su espuma, olas que van y se llevan el viento. Se puede sobrevivir a muchas cosas.

Cuántos pensamientos con cada paso, parece que las caminatas son pura reflexión, energía y gimnasia para el espíritu...