Friday, June 20, 2008

sin horno y sin bollos

Imagínense la situación cuando un domingo por la tarde, subí a pedirle que-porfavor-revisara-qué es-lo-que-hace-el-ruido (claro, no ella, así despersonalizado suena mejor cuando hacés un reclamo cara a cara).
Respuesta: vamos (¿vos y quién más, la cacerola, la batidora, la minipimer?) a ver qué podemos hacer...

Debo decir, para no faltar a ese juramento implícito que uno tiene cuando vive en "feliz vecindad", que quería agarrarla del cuello y no soltarla hasta que confesara qé hace a las 4AM para despertarme. Luego de muchas explicaciones y ruegos, conseguí que revisara la puerta del placard siendo testigo de tal acto. Efectivamente, ahí estaba escondido el ruido (atroz a mis oídos). Quedamos que mañana lo arregla (nótese que hoy es viernes, ya volvió de su trabajo y está bate-que-te-bate en vez de estar reparando la puerta). No sé si la crema chantilly le habrá salido rica, o el merengue estará impostado, pero lo único que yo quiero es ¡dormir!

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